Publicado el 29/07/2013 por Editorial
Incendios de 1961 (2000) a 2005 (25.000)

Los incendios originados por los rayos, unos 700 al año, se considera “una de las causas más peligrosas”, ya que se producen en sitios frecuentemente inaccesibles para los servicios de extinción y son de difícil detección, motivo por el cual, muchos de los incendios provocados por rayos se convierten en grandes incendios (aquellos en los que arden más de 500 hectáreas).

El Mal uso del fuego

Una de las motivaciones que inducen al mal uso del fuego es, según una estadística publicada en un informe de 2003, que abarca 5.049 incendios de los 9.922 registrados en ese año, fue “eliminar matorral o residuos”, que causó el 47,32% de los incendios.

También la práctica de pastores y ganaderos de quemar la vegetación para “regenerar pastos” fue causa del 24,06 por ciento de los fuegos; mientras que los pirómanos ocasionaron el 11,90 por ciento de los incendios.

Vandalismos (2,08%), cazadores para facilitar la caza (2,67%), para ahuyentar animales (1,34%) y venganzas (1,45%) fueron causas de incendio en aquel año. De estos datos, los autores del informe concluyen que “seguimos sin saber los motivos de casi la mitad de los incendios forestales” que se producen en España (49,11%), lo cual favorece “la aparición recurrente de falsas alarmas sobre la alta intencionalidad de especuladores del suelo, desaprensivos con intereses económicos, mercado de la madera, etc, que no han podido demostrarse más que en contadas ocasiones”.

En el apartado de motivaciones conocidas, las más sobresalientes están relacionadas con la eliminación del matorral o la regeneración de pasos y suponen más de un 73 por ciento, mientras que las motivaciones por conflictos locales, comportamientos desequilibrados o intereses económicos “representan un porcentaje muy reducido del total”.

De 1940 a 1985, se plantaron 2,5 millones de hectáreas con pinos y eucaliptos en zonas de pasto y matorral. En ese mismo periodo la mayoría de los pastores emigraron a las ciudades. Las tierras marginales abandonadas se cubrieron de matorral, que los escasos pastores que quedan siguen combatiendo con fuego.

Donde antes había una masa vegetal mermada por incendios cíclicos, ahora, entre las repoblaciones de monocultivos de pinos y eucaliptos de los años sesenta y setenta que han crecido, y el monte regenerado espontáneamente, hay una masa combustible de magnitud sin precedentes. Los incendios se hacen virulentos, incontrolables y acababan originando catástrofes y tragedias.

Si hiciéramos que los bosques crezcan en mosaico, rodeados de pastizal donde los cortafuegos si paran las llamas, los incendios no serían tan graves. Para ello necesitamos una política forestal que ejecuten los habitantes del mundo rural marginal, la especie más en peligro de extinción de las que habitan las montañas. Su capacidad de generar fauna, flora y paisaje debe estimularse. La convergencia de un nuevo mundo rural poblado por teletrabajadores conservacionistas productores de biodiversidad lograría reducir los incendios, aumentar la fauna y la flora y generar un desarrollo rural sostenible.