El Instituto Universitario de Oncología de Asturias insta a actuar contra la contaminación. Coinciden en sus conclusiones con un reciente estudio de la Universidad de Liverpool
Tiempo de actuar. Es el llamamiento urgente del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias tras confirmar en un estudio la relación entre cáncer y medio ambiente.
Adonina Tardón, profesora titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo, directora de la investigación, subraya que la evidencia científica es aplastante y anima a las autoridades a tomar cartas en el asunto sin perder tiempo. El Instituto de Salud Carlos III, que ha colaborado en el estudio, lleva tiempo trabajando en la relación entre cáncer y medio natural.El instituto, dependiente del Ministerio de Sanidad, ha analizado el papel de distintos agentes contaminantes y su implicación en el desarrollo de cánceres y ha realizado también recomendaciones a las administraciones públicas para tratar de reducir este impacto. El consejo básico consiste en realizar estudios sobre la incidencia y la mortalidad de los cánceres y evaluaciones detalladas de las exposiciones ambientales a agentes químicos o físicos.
Agua de consumo. Arsénico, nitratos y desinfectantes.
El Carlos III subraya que existen suficientes datos que parecen confirmar que la exposición a través del agua al arsénico, nitratos y nitritos y productos de desinfección como los trihalometanos se relaciona con cánceres de vejiga, pulmón, piel, estómago, riñón, próstata, linfomas o cánceres de colon y recto. El instituto recomienda establecer un sistema de información que permita conocer la calidad de las aguas así como la población expuesta a los contaminantes. El Carlos III se muestra partidario, además, de hacer pública la información.
Agentes en el aire. Combustión del petróleo y del carbón.
Buena parte de los contaminantes atmosféricos provienen de la combustión de derivados del petróleo y del carbón para usos industriales, residenciales y de transporte. Las partículas en suspensión, el dióxido de nitrógeno, de azufre, el monóxido de carbono y ozono y compuestos como el benceno son los principales contaminantes. La mayoría de los estudios sugieren un riesgo más alto de cáncer de pulmón. El Carlos III recomienda mejorar los sistemas de información, adecuar las redes de vigilancia a los contaminantes y estudiar el efecto de carreteras con alta densidad de tráfico y de las empresas industriales en la salud de la población.
Tóxicos interiores. El radón, el amianto y el humo del tabaco.
El radón es un elemento químico natural que forma parte de los gases nobles. Es incoloro, inodoro y químicamente estable. Tiende a concentrarse en las partes bajas de los edificios, sobre todo, en sótanos. Estudios europeos señalan que un 4% de los cánceres de pulmón pueden estar causados por este gas. El amianto, ya prohibido en España, se utilizó sobre todo para la fabricación de materiales de construcción. Un 2% de la población europea está expuesta a niveles altos de amianto. El material se relaciona con el cáncer de pulmón, de pleura, de peritoneo y de pericardio. Por último, la exposición al tabaquismo pasivo es responsable de hasta un 1,6% del riesgo de cáncer de pulmón. Las recomendaciones del Carlos III son claras. Pasan por identificar las zonas de riesgo tanto para el radón como para el amianto y de establecer programas de actuación. El instituto urge además un cumplimiento estricto de la ley del tabaco.
Otros químicos. Pesticidas, dioxinas y disruptores endocrinos.
La exposición laboral a determinados plaguicidas se ha asociado a un aumento del cáncer de pulmón, linfomas y leucemias. Las dioxinas, presentes en productos lácteos, carne y pescado, también guardan relación con determinados tumores. Y los llamados disruptores endocrinos, sustancias químicas con capacidad de influir en el sistema endocrino, pueden ocasionar un aumento de la endometriosis, cáncer de mama y otros cánceres hormonales, así como afectar al desarrollo de los órganos sexuales en la infancia y en la adolescencia. Precisamente por eso, el Instituto de Salud Carlos III recomienda desarrollar un programa de productos químicos que aborde todo lo relativo al registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias. Y propone además fortalecer la relación entre el Ministerio de Sanidad y las autonomías.
Se confirma la relación entre la contaminación ambiental y el cáncer
Los pesticidas afectan especialmente a niños, jóvenes y bebés
Un estudio realizado por la Universidad de Liverpool alerta de que los riesgos de contraer cáncer por efecto de la contaminación ambiental son mayores de lo que se pensaba hasta ahora, particularmente en los casos de cáncer de pecho, testículos y próstata. Los elementos más dañinos son los llamados organoclorinos, que se encuentran en los pesticidas utilizados en las cosechas y en los plásticos. Afectan especialmente a niños, jóvenes y bebés: su desarrollo puede verse afectado incluso desde el vientre materno y durante la lactancia (la leche materna lleva los contaminantes), por lo que pueden nacer con una tendencia inusual al desarrollo del cáncer a lo largo de su vida. Por Marta Morales.

Los productos contaminantes son más peligrosos para nuestra salud de lo que se pensaba y causan más cáncer de lo que hasta ahora se había creído, revela una investigación realizada por la University of Liverpool, en Gran Bretaña, cuyos resultados publica el Journal of Nutritional and Environmental Medicine.
Tal como explica un comunicado de la Universidad de Liverpool, estudios previos acerca de las causas del desarrollo de esta enfermedad habían concluido a menudo que la exposición a ciertos tipos de contaminantes, como los llamados organoclorinos, que se encuentran en los pesticidas utilizados en las cosechas y en los plásticos, no tenían una concentración suficiente como para convertirse en uno de los principales causantes del cáncer.
Sin embargo, una nueva investigación apunta a que, incluso en concentraciones bajas, estos productos químicos sí aumentan el riesgo de desarrollar cáncer, sobre todo en el caso de niños y de jóvenes. Y advierte del riesgo especial para los bebés: su desarrollo puede verse afectado por los contaminantes incluso desde el vientre materno y durante la lactancia (la leche materna los lleva), por lo que pueden nacer con una tendencia inusual al desarrollo del cáncer a lo largo de su vida.
Revisando lo que se conoce
La investigación consistió en una revisión sistemática de estudios y literatura reciente acerca de la relación entre el cáncer y el medioambiente. Los profesores Vyvyan Howard y John A. Newby, del departamento de anatomía humana y biología celular de dicha universidad, descubrieron con ella que la calidad del medioambiente afecta realmente a nuestra salud, y también que una inclinación genética a padecer cáncer combinada con un entorno contaminado aumenta el riesgo.
Según los investigadores, los organoclorinos son contaminantes que no desaparecen y que recorren grandes distancias, acumulándose en la cadena alimenticia. Los humanos estamos expuestos a ellos a través de los alimentos. A los niños les llegan las dioxinas, un derivado de los organoclorinos, a través de lo que comen; y a los fetos a través de la placenta y del cordón umbilical de sus madres, así como de la leche materna. Ellos son los más vulnerables a la contaminación. Asimismo, también nos vemos expuestos a los organoclorinos, que tienen propiedades que dañan el sistema endocrino, a través del aire y del agua.
Vida natural
Los científicos señalan que los contaminantes, y en especial los organoclorinos y los pesticidas sintéticos, son capaces de dañar igualmente el sistema hormonal, y que podrían ser una de las principales causas de la aparición de cáncer de pecho, testículos y próstata. Por lo tanto, advierten de la necesidad de protegerse contra ellos.
El cáncer apenas tiene incidencia en sociedades no industrializadas, que aún viven en contacto con la naturaleza, lo que sugiere que, evidentemente, existe un vínculo entre esta enfermedad y el tipo de vida derivada de la industrialización. Por eso, los especialistas aconsejan que se opte cada vez más por los productos biológicos, como método de prevención, y que las autoridades revisen continuamente el nivel de contaminantes de la comida que consume la población.
Los organoclorinos designan a un conjunto de pesticidas que están presentes en nuestro entorno y que se pueden acumular en el organismo, si consumimos comida contaminada con ellos. Para evitarlos, además de consumir productos biológicos, se deben lavar muy bien los vegetales, e incluso pelarlos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre un uno y un cinco por ciento de las enfermedades más graves de los países desarrollados se deben a factores medioambientales. Para Vyvyan y Newby, este cálculo se queda corto.
No es la primera vez que se alerta de los peligros de los organoclorinos para la salud humana, especialmente su relación con los casos de cáncer. La revista Cancer Research publicó en diciembre pasado los resultados de otro estudio con nuevas evidencias de que la exposición medioambiental al bifenil policlorinado (PCB, en inglés) puede estar asociada al linfoma no Hodgkin.
Para los autores de este estudio, es cada vez más evidente que los organoclorinos persistentes pueden estar asociados con el riesgo de linfoma, algo que el estudio de la Universidad de Liverpool ratifica
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