“Todos somos parte de un gran sistema alimentario”
Por Marcela Mazzei, Martes 28 febrero 2012
Kathy Rudy -profesora de la Duke University- es la autora del polémico ensayo titulado Amar a los animales . Su libro plantea una relación con los animales de consumo equidistante de la indiferencia que practican gran parte de las personas carnívoras, y de la abstención y el repudio que proponen los vegetarianos extremos (veganos).
CUKMI: ¿Hay que ser vegano para defender a los animales? (el veganismo es una filosofía que respeta el derecho a la vida digna de los animales y repudia todas sus formas de explotación y subordinación para satisfacer necesidades humanas. Los veganos no consumen animales en forma directa, ni a través de sus derivados. Por ejemplo, los veganos no comen ningún tipo de carne, pero tampoco beben leche, no comen quesos ni huevos, no montan caballos, se oponen al uso de animales para investigaciones científicas y abogan por la prohibición de circos y espectáculos que hagan uso de animales como formas de entretenimiento).
KATHY: La conexión entre la defensa de los animales y el veganismo es lo que trato de cuestionar en este libro. Cada cosa viviente es alimento para otra cosa: los humanos para los buitres, los gusanos, los microbios; y los animales son parte de una cadena alimentaria integrada. Es perfectamente aceptable que algunos humanos se abstengan de consumir productos de origen animal, y no estoy argumentando que los veganos o vegetarianos deben convertirse en carnívoros; sino que estoy notando que el suelo necesita de abono animal, y esos animales, mientran tengan una vida larga y saludable, no les importa ser comidos después de muertos.
La carne es parte de la dieta humana desde hace miles de años y no podemos revertir esa tendencia. Lo que sí podemos y debemos hacer es tratarlos mejor mientras están vivos, darles una larga vida para que disfruten de esta buena tierra. A su vez, los humanos necesitamos poner nuestra carne después de muertos a disposición de otras criaturas para que se alimentan de nosotros. Todos somos parte de un gran sistema alimentario. Negar eso en cualquier instancia va en contra de la naturaleza.
CUKMI: ¿Se trata de defender cualquier animal o ciertos animales?
KATHY: La cultura juega un papel enorme en cuáles son los animales deben ser consumidos como carne. En los Estados Unidos, los caballos son animales de compañía y se abstuvieron de comer su carne. Lo mismo pasa con los perros. Pero éstas son normas culturales, son cosas que nos identifican como parte de una cultura y no se trata de lo que es ético en un sentido universal. Cada forma de vida selecciona y escoge lo que va a comer y en ese sentido utiliza la carne para definir su identidad. Esto es válido no sólo para los humanos: algunos chimpancés comen ciertos tipos de monos; algunas manadas de lobos se comen a los alces, mientras que otros nunca han desarrollado las habilidades para la matanza; muchos grupos humanos eran caníbales. Cómo nos relacionamos con la carne dice mucho de nuestra identidad cultural. No hay ninguna verdad ética trascendente acerca de lo que se puede y no se puede comer. Así es como funciona la cultura para definirnos.
CUKMI: ¿Cuáles es la razón por la que los defensores de los animales no comen carne?
KATHY: La mayoría de los defensores de los animales (entre los que me incluyo) consideran que la carne CAFO (confined animal feeding operation; el proceso de alimentar animales encerrados) proviene de animales que no llevan vidas saludables ni felices. Necesitan altas dosis de hormonas y antibióticos para llegar al peso de mercado: las hormonas para que puedan crecer en ambientes superpoblados, donde huele muy mal, duermen sobre sus propios desechos y por lo tanto no tienen apetito; mientras que los antibióticos, para evitar las enfermedades que contraerían en estos ambientes no naturales. En EEUU y Europa crece un movimiento que no quiere comer carne CAFO.
Dicho esto, aproximadamente el 95% de la carne que se consume en EEUU es CAFO y la razón principal es el bajo costo. La carne de pastoreo suele ser cinco veces más costosa que la carne CAFO. Las razones de esta diferencia son complicadas, pero la respuesta corta es subsidios. El gobierno subsidia la carne CAFO a través de su ley agrícola, y no cobra a los productores de carne CAFO el costo real de la contaminación y el sufrimiento de los animales. Esta práctica debe terminar. La Unión Europea se comprometió a cerrar para 2020 todos los establecimientos CAFO. EEUU está muy por detrás porque sus ciudadanos aman la carne barata.
La respuesta: En Estados Unidos cada persona come en promedio de 31 animales. A lo largo de una vida promedio alcanza los 2.400 animales.
CUKMI:¿Tenés animales?
KATHY: Vivo con seis perros rescatados, algunos considerados no aptos para la adopción y a punto de ser asesinados. También tengo dos gatos (tenía tres, pero uno de mis perros mató a mi gato favorito… una lección que los animales no están totalmente bajo nuestro control.)
CUKMI: ¿Creés que se puede amar a los animales?
KATHY: No “pienso” que es posible amar a los animales… sé que es así. Los perros y gatos que viven conmigo son mi familia. Tal vez soy rara, pero como Lisbeth Salander (La chica del dragón tatuado), no me llevo tan bien con la gente pero me llevo muy bien con los animales. Me hacen sentir que la vida es muy, muy buena.
CUKMI: ¿Y de qué manera se relaciona esta defensa de los animales con el feminismo?
KATHY: Esta es una pregunta muy complicada. Hay personas que dicen que porque son mujeres se relacionan mejor con los animales. No creo que esté determinado por el género. Es otra cosa, la manera en que creció, la atención que presta a la naturaleza, la forma en que mira a su entorno. Muchos hombres están profundamente conectados con los animales, así que no se reduce al sexo. Dicho esto, los estudios sobre feminismo en los EEUU siempre tuvieron que ver con la justicia y la igualdad. Cuando los animales son víctimas de abusos (desde la ganadería fabril a los criaderos de cachorros), se convierte en un asunto feminista porque se pone de manifiesto la injusticia. Esta atención, creo yo, es el corazón de la ética feminista.