Carta a El Cultural sobre “Biotecnología. La Invasión de lo Cotidiano (11-17 mayo)”
De: Iñigo Alvarez de Toledo, MSc
Fecha: 17 de mayo de 2006 10:05:19 GMT+02:00
Para: elcultural@elcultural.es
Asunto:
Sra. Directora,
respecto del artículo aparecido en su revista querría hacer unas aportaciones en lo que se refiere a la aplicación de la biotecnología a la agricultura con el fin de “aminorar su impacto sobre el medioambiente”, ya que es la agricultura nuestro campo profesional.
Desafortunadamente hasta ahora esta pretensión de la industria biotecnológica no se cumple. Se hacen análisis serios -independientes – sobre este asunto de los que se descubren riesgos y certezas muy importantes para el medioambiente y la salud por el uso e ingesta de organismos modificados genéticamente.
Algunos ejemplos:
– traslado de genes no naturales del alimento al intestino humano en su digestión (probado por la Universidad de Newcastle en el 2002);
– alergias a las nuevas proteínas creadas con el cambio de la estructura del DNA (como en el caso de las reacciones alérgicas al maíz Star Link registradas en EEUU);
– reducción de la vida animal y vegetal -biodiversidad- en los cultivos (demostrado por un experimento de 3 años realizado bajo el control de la Real Academia de    Ciencias del Reino Unido, publicado en el 2003), en comparación con la agricultura convencional -que usa pesticidas y herbicidas. Es fácil deducir cuanto diferente será el resultado frente a la Agricultura Ecológica;
– contaminación inevitable a los cultivos no transgénicos, y particularmente a los ecológicos, reduciendo su valor e imponiendo al agricultor y al consumidor modos de cultivo y alimentos que no quiere. Además no se aplica el principio básico de la U.E. “quien contamina paga”; famosos son los casos en México que llevan a mayor pobreza a los pequeños agricultores, ya que han de pagar patentes anualmente y productos fitosanitarios compatibles.
Esto se debe a que es una tecnología desarrollada y comercializada por muy pocas y grandes empresas, cuyo fin natural es, exclusivamente, la recuperación de la inversión y el aumento de los beneficios dinerarios en el menor tiempo posible. Así su lucha y “lobby” para conseguir que no haya etiquetado que revele los productos transgénicos.
De hecho no es su intención reducir el hambre en el mundo ni reducir el uso de pesticidas o herbicidas. Su gran negocio está en la producción de semillas resistentes a pesticidas y herbicidas producidos también por ellas. Así el agricultor:
– sólo puede comprar los productos de una empresa,
– puede usar todo el agroquímico que quiera, ya que no daña a su cultivo transgénico, y,
-Â ha de pagar una patente anual por la semilla transgénica.
Hay que recordar que las grandes empresas dedicadas a la biotecnología tienen su origen en el sector químico. Por ejemplo. el nombre completo de la más conocida es Monsanto Chemical Company (si no lo ha cambiado recientemente). Precisamente, el Roundup de Monsanto -compatible con semillas transgénicas de su elaboración- es el herbicida más vendido del mundo.
La biotecnología aplicada a la agricultura tiene, en mi opinión, cierto potencial positivo si investigada en invernaderos cerrados, pero se pretende pasar por alto sus perjuicios e incertidumbres, ignorando a su vez el fundamental “principio de precaución” de la U.E. también consagrado en el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología.
Científicamente, la biotecnología sigue un pensamiento linear, que prima cada elemento de un sistema soslayando que el resultado final lo da la red de relaciones.
Cordialmente
Iñigo Alvarez de Toledo, MSc (dni 5262093s)
I D E A A
instituto de ecología aplicada
Miguel Angel 6, 28010 Madrid, España
correo e.: ideaa@zapiens.com