Según Greenpeace “en España hay 319 plaguicidas que el propio Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente presenta y reconoce como “muy peligrosos”, “peligrosos” o incluso “alta peligrosidad” para las abejas en su Registro de Productos Fitosanitarios”. Pero continúan usándose como si nada, y hasta ahora solo se han adoptado medidas muy limitadas y restringidas sobre unos pocos principios activos. Se trata de la prohibición parcial y temporal de cuatro pesticidas -imidacloprid, tiametoxam, clotianidina y fipronil- de los siete que la organización ecologista considera prioritarios (sumando el clorpirifos, cipermetrin y deltametrin). Medidas que deberían ampliarse en cuanto al alcance de las restricciones y al número de sustancias afectadas por ellas, mucho más allá de ésas siete sustancias.
El problema de las abejas está muy lejos de solucionarse. Para mañana 10 de mayo la organización ecologista Greenpeace ha organizado el Día de Acción Europeo para Salvar las Abejas. Voluntarios y voluntarias de toda Europa saldrán a la calle en 110 ciudades y organizarán actos diversos para pedir que se prohíba de una vez por todas los pesticidas que dañan a estos beneficiosos insectos y se apoye resueltamente la agricultura ecológica como antídoto para el desastre causado por los venenos de la agro-química. Mientras, la recogida de firmas para pedir la prohibición de algunos pesticidas que dañan a las abejas prosigue: ya se han recogido casi dos millones seiscientas mil firmas en Avaaz.
En España se debería estar muy preocupados por el fenómeno de la desaparición de las abejas, ya que nuestra agricultura es particularmente sensible. Según un informe de ésa entidad hecho público ahora, titulado ‘Alimentos bajo amenaza. Valor económico de la polinización y vulnerabilidad de la agricultura española ante el declive de las abejas y otros polinizadores’, “el 70% de los principales cultivos para consumo humano de la agricultura en España dependen de las abejas y otros polinizadores, en muchos cultivos son claves en el proceso de polinización. Y esto claro, se traduce en dinero: ¿En cuánto se traduce el trabajo de estos insectos? Según los cálculos realizados (con datos de 2011), la aportación de las abejas y de otros polinizadores a la agricultura española ha supuesto un beneficio de ¡más de 2.400 millones de euros!”
2.400 millones de euros anuales no es pecata minuta, desde luego. “Cultivos como los kiwis, calabacines, calabazas, melones, sandías dependen en un 90 incluso 100% del trabajo de los insectos, y otros que dependen en menor medida” ha asegurado Luis Ferreirim, responsable de la campaña de Greenpeace.
Sin las abejas y otros polinizadores, que a veces se ven más castigados por los pesticidas que las propias abejas, la producción de manzanas o sandías “podría desaparecer en algunas zonas y disminuir drásticamente en otras, convirtiéndose así en artículos de lujo con precios muy altos, lo que incrementaría el gasto de nuestra cesta de la compra para productos esenciales y nuestra dieta sería mucho más pobre”. Cosas parecidas pueden decirse de las peras, almendras, fresas, melocotones,… muy vulnerables a la falta de polinización.
Las poblaciones de abejas continúan su declive. Han caído un 20% en Europa (y en algunos países más de un 50%) . En paralelo, han declinado un 46% las de abejorros y un 50% las de mariposas. España “tendría que ser el principal defensor de estas especies” El sector apícola denuncia que la mortalidad de abejas se sitúa entre el 20 y 40% en el conjunto de España y, en el caso de Galicia, el 56 % de las colonias de abejas han desaparecido desde el año 2000.
Hace poco, otro informe, basado en análisis encargados por Greenpeace a un laboratorio acreditado mostraba una de las preocupantes vertientes del drama: la presencia de residuos de pesticidas en el polen que transportan las abejas. El informe, titulado “la pesada carga de las abejas” mostraba las concentraciones de plaguicidas encontradas en el polen llevado a las colmenas por las abejas pecoreadoras, en muestras obtenidas mediante trampas para polen (polen capturado) o directamente tomadas de los panales (polen de panal, pan de abeja).
Se obtuvieron muestras de polen muchos países europeos y se identificaron en el polen capturado residuos de al menos uno de 53 plaguicidas (incluyendo 22 insecticidas/acaricidas, 29 fungicidas y dos herbicidas), en el polen capturado, y residuos de al menos uno de 17 plaguicidas (incluyendo 9 insecticidas/acaricidas y 8 fungicidas) en las muestras de polen de panal (pan de abeja)
Insecticidas como el clorpirifos estaban presentes en muchas muestras. Sustancia esta, por cierto, asociada por estudios científicos a problemas en el desarrollo cerebral de los niños expuestos. El insecticida tiacloprid o el fungicida boscalida también eran muy frecuentes. Una de las muestras llegó a tener 17 residuos de pesticidas diferentes.
Como rezaba el informe “en conjunto, los resultados coinciden ampliamente con otros estudios de polen capturado y de productos derivados de las abejas, que por lo general también han detectado la presencia de una gran variedad de plaguicidas. Este estudio arroja una nueva luz sobre la exposición tóxica potencialmente grave que sufren las abejas melíferas, tanto a nivel individual como en sus colonias, a lo largo de su ciclo vital, y plantea preguntas importantes sobre la también posible exposición de las poblaciones de abejas silvestres, así como de otros polinizadores silvestres, a agentes químicos por diferentes vías. Tanto en los debates pasados como en los actuales sobre la salud de las abejas y las medidas de protección de los polinizadores, dichos niveles de exposición han sido siempre ignorados o subestimados”.
“Resulta importante” -apuntaban los autores del informe- “analizar la exposición de las abejas y de sus larvas a mezclas de plaguicidas, porque investigaciones recientes han establecido que algunos de los componentes de dichas mezclas son capaces de interactuar de forma sinérgica, de manera que su combinación ha demostrado ser más tóxica que como componentes aislados”.